En el Museo de Bellas Artes podemos observar uno de los cuadros de mayor formato de la colección perteneciente a la época costumbrista. Su autor, Villegas, nos presenta una escena de gran dramatismo en la que los miembros de la cuadrilla, muestran un repertorio de actitudes y expresiones conmovidas y sinceras en torno a la figura del maestro muerto.

En cuanto a su técnica y estilo las novedades se manifiestan en los logros espaciales y lumínicos, así como en las excelentes calidades y en los matices del color.

   Pero sin duda lo más anecdótico del cuadro es el trágico final que padeció el protagonista:

   Según sus coetáneos, Bocanegra tenía mucho valor y valentía pero carecía de recursos taurinos, de tal forma que era sobrepasado por otros toreros de la época en salidas a hombros. Por lo que cada año toreaba menos.

   En 1880 una incipiente ceguera le impidió pisar el ruedo, engordó notablemente y se dejó. Obeso y privado de toda la agilidad vuelve a torear de nuevo pero de forma puntual.

   El 20 de junio de 1889, asistió a una corrida en Baeza durante la cual se percata de las enormes dificultades que tenía el inexperto torero Hormigón con el cuarto toro de la tarde. Bocanegra saltó al ruedo para ayudarlo pero fue embestido por el toro y no pudiendo refugiarse en el burladero debido a su obesidad recibió una brutal cornada. Murió.

   Ésta y otras obras destacadas más veremos en la visita al Museo de Bellas Artes. Además si la realizamos con niños llevamos material y hacemos actividades para que la experiencia sea inolvidable y divertida. ¡Todos los cuadros tienen su historia y vamos a descubrirlas!